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Uri Orlev
“Un día me inventé la historia de que la guerra, el Holocausto, todo eso no había ocurrido en realidad. Era solamente un sueño que yo había soñado. Yo era el hijo del emperador de la China y mi padre el emperador había ordenado colocar mi cama sobre un gran escenario y disponer a su alrededor 20 (...) sabios (...) mi padre les ordenó dormirme y hacerme soñar ese sueño para que cuando llegara el momento, cuando heredara el trono de mi padre, supiera cuán malas son las guerras, qué es el hambre y qué es ser huérfano, y no hiciera guerras. Este cuento despertaba un gran interés en mi hermano. Cada vez que pasaba algo, que se producía un estado de temor o de miedo y nos encontrábamos en peligro inmediato, mi hermano me convencía para que le contara esa historia...”

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